El otro día oí decir a una madre amiga que los niños no saben lo que quieren. Al oír esas palabras una chispa saltó en mi interior. ¿Saben los niños lo que quieren? ¿Somos los padres los que sabemos lo que los niños quieren y/o necesitan mejor que ellos?
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Preguntas que vienen a mí con impulso y con sólo una certeza: «Los niños son auténticos». ¿Qué significa esta autenticidad? Qué no dirán que sí con facilidad a algo que no les apetece, y que tal vez les cueste expresarse, pero si estamos atentos a sus manifestaciones podemos leer sus expresiones faciales y corporales al momento de tener que hacer algo que no les gusta.
El nacimiento de nuestros hijos trae momentos de felicidad inigualables pero también conlleva nuevos caminos, nuevas formas de ver la vida y de mirarnos a nosotros mismos.
¿En qué momento de nuestras vidas perdimos esa autenticidad?
¿Qué nos llevó a dejar de escuchar nuestros verdaderos deseos y a hacer cosas y/o tomar decisiones en contra del deseo más profundo de nuestro corazón?